Una música temperamental.

Los abanicos de la aurora me hacen respirar,

Respirar un sonido que surge de las entrañas

De mis pulmones

Soplando adentro

Hacia fuera

Consternada, de las aspiraciones humanas

Somnolienta del arte al que vine a conocer

Con el que sueño, cada noche, cada acera, cada árbol

Cada nota.

Conmocionada por un presente ausente

De nuestros ancestros que lograban crear

Cree. Art.

De nuestros corazones apasionados, sangrientos de color, amantes del amor, locos de fuego y luz y agua.

De nuestra cultura, hueca, vacía, sin relación con la vida, aparente apariencias sin alma, que enseña datos números mecanismos memorias, pero sin la libre expresión de lo que debería ser, un Ser aprendiendo algo…

Ayer me veo reflejada en un lugar, de supuesta creación, cohibida ante mi arte, ante mi expresión, mi deseo, de mostrar mi alma, de compartirla, de amar desde la música, con el sonido, con los otros, conmigo… Y en este lugar, que no me deja, que no quieren, que les cuesta abrir el corazón con miedo, por miedo, por ego.

Qué tanta educación nos dieron en este país, que no nos permitimos a nosotros entre hermanos, entre compañeros, entre profesionales, entre amigos…soltar aquello que nos surge, la intuición que nos habla y nos dicta nuestras expresiones originales, auténticas únicas irrepetibles.

Con qué poco amor nos tratamos… se nos olvidó. Se nos cayó en el olvido lo importante, con este Gran Teatro de trabajos, dinero, ropajes: ¡dónde quedó nuestro arte! Nuestro arte vive en nosotros, y eso no se enseña, no se vende, no se pierde, no se quema, simplemente se muestra! Se comparte, se valora, se le aprecia, se le sonríe, se le mira, se le escucha…Se le ama.

Amando lo que somos, podremos amar a todo lo demás, y la manera de amarnos, se encuentra siendo tal y como somos; el arte es el reflejo de lo que somos, y por ello es tan importante que sea libre y se pueda encontrar en cada conversación, en cada mirada, cada nota, cada pincelada. Practicando el arte de amar, practicamos el arte vivir.