martes, 13 de diciembre de 2011

L.Reininger

Si todo lo que amamos conversa con nuestro intelecto, se infunde una implosiva sensación de reflexión, que en ocasiones nos lleva a parajes desolados enredados de palabras sobre un fondo negro y letritas saltarinas que piden ser leídas o pronunciadas; quizás mejor sea amar desde el corazón evitando el paseíto por tan embelesada capacidad, y reír y llorar y correr y besar como si nunca lo hubiésemos hecho. La mente está para crear, con el corazón amas lo que creas.

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