
habita vos mi espíritu desolado.
Sobre este océano navegante,
[un sol naciente de energía Yang-emisor]
me deslizo entre sus corrientes
tambaleantes
del cambio constante yo en el mundo,
de sorpresas, de llegadas,
retornos o estanques.
De ti y de mí
en el juego de las olas, me alejo:
desaparición.
desaparición.
Aúllo como loba salvaje
en los montes pardos
a una luna que me sirve de espejo
y me devuelve la verdad universal
de la sabiduría humana:
NADA EXISTE FUERA DE NOSOTROS.
Toda respuesta habita en nuestro cuerpo interior***
Y nosotros amantes del ritual
y de la veneración a la naturaleza
adoramos a nuestros dioses las estrellas,
el sol, el agua, la luna...
¿Para vernos hacia fuera,
o para mirarnos hacia dentro?
Pregunta y se te pondrá tu propio reflejo con cara de inocencia y compasión.
Ahora paro bajo mi luna
para comenzar y seguir con este presente,
que me hace verme y saborearme
como siempre
y como nunca jamás,
porque soy tan vieja como ella misma
o más nueva como cada segundo,
naciendo desde milenios atrás...
(...)
Entre estos punteos de velitas
y charangos,
con quien merendar mis palabras
o a quien devorar mientras habla,
aunque en tinieblas,
o fangoso piso o puntiagudo,
si estamos expandidos o danzando...
Ya las preguntas nacen como reflejos
en las charcas,
difuminadas, extinguidas por su efímera presencia
si ya bien sabe que el amor,
es amor y nada más,
o los poemas nocturnos hojas de papel...
¿Y quien habré sido yo para merecer esto?
La misma luna quizás,
que siempre viene y se va...
pero en cambio ahí por siempre
permanecerá.
Pintura: “MamaLuna” de Gino Ceccarelli
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